Austria fue uno de los países más grandes (extendidos) y poderosos de Europa; su Capital, Viena, contuvo a los turcos durante la invasión al continente y ha tenido, en el devenir histórico, otras perfomances realmente admirables. Hasta que sobrevino, como sucede con todos los Imperios, su decadencia irreversible, inevitable. A finales del Siglo XIX ya se hablaba del Imperio Dual, conformado, por un lado, por Hungría; y por el otro, por Austria. El Emperador Franz Josef I (Francisco José de Habsburgo), y su esposa, la bella y fascinante Isabel de Wittelsbach (más conocida por el diminutivo de Sissy e inmortalizada en el cine por la también bella Romy Schneider), no pudieron contener la debacle de aquel Imperio. Hasta que sobrevino la tragedia: propiamente el 28 de junio de 1914, fue asesinado el Heredero al Trono de Austria, el Archiduque Franz Ferdinand (Francisco Fernando), cuando se desplazaba en un coche descapotado, junto a su esposa, la Archiduquesa Sofía de Hohenberg, por una vía transitada de Sarajevo, Bosnia. Un Estado que había sido anexado por Austria en octubre de 1908.
Es importante hacer un paréntesis aquí en este párrafo, para citar un aspecto importantísimo de esta retrospectiva que hoy estamos haciendo: fue inevitable que la Casa Imperial de Viena no declarara al guerra al gobierno serbio y dicho anuncio se hizo frente al palacio… entre la muchedumbre (increíblemente identificado en una antigua fotografía), estaba un joven henchido de orgullo nacionalista, cuyo nombre era Adolf Hitler. Había nacido en la ciudad fronteriza con Alemania, llamada Braunau am Inn, el 20 de abril de 1889; hijo de un funcionario Real de aduanas; y, tras la muerte de su padre, emigró a las ciudades de Linz y Viena para concursar por una plaza en la Academia de Bellas Artes vienesa, pues tenía dotes de artista (pintor). Hitler, al final de la gran guerra que estaba por empezar, viajó a Alemania, a Munich y luego se nacionalizó ciudadano alemán, con todas las implicaciones que eso conllevaba.
Todo este bagaje por la historia bélica europea del Siglo XX, lo hacemos para conocer a ciertos individuos peculiares (¡¡¡Y peligrosos!!!), que han visto la luz de la vida en este bello país del centro del Viejo Continente. Incluso, la muerte de la misma Emperatriz Sissy, fue espeluznante, de una macabra película de vampiros, si se quiere: un obrero italiano analfabeta y anarquista, llamado Luigi Lucheni, compró un libro de medicina en el que estuvo estudiando durante meses la ubicación correcta del corazón. Durante un mitin, fingió un tropezón y dio con el pecho de la Emperatriz clavándole algo parecido a una larga aguja de tejer. Así fue asesinada la esposa de Francisco José de Hasburgo.
Pasando veloz hoja tras hoja del libro de la historia que hoy estamos reseñando, llegamos a 1945, el final de la Segunda Guerra Mundial. Los soviéticos, en su demoledor contraataque a los alemanes, han descubierto los campos de concentración y a aquellos “esqueletos vivientes” cuyo único pecado había sido su religión judía; y los dirigentes nazis escapaban hacia distintos puntos del planeta. Uno de ellos era Adolf Eichmann, el dirigente nazi que organizó la captura, deportación y asesinado de millones de seres humanos. Escapó por el puerto italiano de Génova, hacia América del Sur.
En 1948, las Naciones Unidas dan vida al Estado de Israel y comienza la “gran cacería humana” de criminales de guerra. En 1957 es descubierto Eichmann en Buenos Aires por los servicios secretos israelitas, bajo el falso nombre de Ricardo Klement. Trabajaba como mecánico en la fábrica Mercedes Benz de Argentina. El resto de la narración la mayoría de los amables lectores la conoce hasta la saciedad, fue raptado, drogado antes de subirlo al avión, llevado a Jerusalem, juzgado por crímenes de guerra (pues fue el burócrata eficientísimo del genocidio nazi), ahorcado, cremado y sus cenizas esparcidas por el Mediterráneo. Aunque Eichmann no nació en Austria, se crió en este país. Era alemán, propiamente de la ciudad de Solingen; pero se educó e hizo casi toda su vida civil en esta nación centroeuropea.
Y aquí viene mi equivocación: el llamado “Monstruo de Amstetten”, Josef Fritzl, también austríaco, ha sido el protagonista de la última macabra historia contra su hija y que ha sido dirimida en los tribunales de justicia, con la condenatoria a cadena perpetua, según hemos podido seguir por los cables noticiosos. Es un ser diabólico, inconcebible para la mente humana, como también ha sido inconcebible todo el recuento de hechos que hemos resumido en esta crónica retrospectiva. Ya sé lo que está pensando el amigo lector: “los austríacos son proclives a esta clase de actos sanguinarios.” Todos sabemos que eso no es así, usted, aquel, aquella, tú, ella, él, yo y todos los demás… pero mi mente no deja de lanzarme esa idea, porque Austria ha dado hombres tan macabros como Hitler, Eichmann, Fritzl y en este momento resuena otro individuo que fue vedado en su momento preciso: Joseph Haider, también austríaco, ex gobernador de la región de Carintia… un nazi convencido del año 2000. Sé que estoy equivocado, pero mi razón tiende a confundirme… Y si algún austríaco lee mi crónica, por favor perdóneme. Sé que estoy equivocado.