Obama y la conspiración totalitaria : JOSE BRECHNER

Obama y la conspiración totalitaria


JOSE BRECHNER

Cuando el poder político y económico se encuentra en las mismas manos, la dictadura es prácticamente inevitable. El gobierno demócrata está interviniendo los bancos y las empresas privadas norteamericanas dando directrices acerca de cómo deben manejarse, cuánto deben ganar sus empleados, y pronto les dirán que es lo que pueden producir o no.

¿Será que Estados Unidos se encamina al totalitarismo? Sin duda alguna esa es la intención de Barack Obama, cuyo pasado marxista-musulmán con sus descabelladas incongruencias, se hace cada día más perceptible.

Pese a opiniones adversas, según aquellos que hablaron con Obama, incluidos periodistas independientes como Bill O´Reilly, y opositores políticos como George W. Bush, el presidente es un hombre inteligente, mejor aún: brillante. Bajo esa premisa tenemos que descartar que el hundimiento de los Estados unidos sea por negligencia, y pasamos a la presunción de que las medidas que se están tomando son planificadas, lo que nos hace desembocar en la teoría de la conspiración.     

¿Hay una conspiración detrás de la sonrisa de Obama? Todo lo acontecido hasta ahora indica que sí. Muchos son cómplices ingenuos. Dentro de esa categoría está la mayoría del Partido Demócrata y los votantes independientes que le dieron su apoyo. Otros son cómplices conscientes que se encuentran en función de gobierno, ayudando al presidente a hacer de Estados Unidos un estado socialista, caudillista, totalitario, pro islámico.

La imagen del caudillo, el líder carismático e infalible que es parte esencial de los movimientos populistas totalitarios, explotó durante la campaña electoral que estuvo condimentada con escalofriantes similitudes a la de Adolf Hitler. La más notoria fue el diseño de un escenario con enormes pilares blancos de estilo clásico sugiriendo a la grandiosa Roma, en la Convención Nacional Demócrata. Montaje coincidente con los emblemas y estandartes usados por los nazis en sus desfiles, en los que revivían las marchas de las escuadras del imperio romano. Lo único que faltó para cerrar el teatral acto en el magnificente tablado, fue que se le colocara una corona de guirnaldas sobre la testa al salvador de América: César Obama.

De ahí en adelante todo ha sido populismo refinado. Un acto de aceptación de la presidencia con una multitud emocionada y enfervorizada nunca antes amontonada en Washington D.C., tal como se veía en Berlín hace 70 años. Discursos irrelevantes ante audiencias más irrelevantes aún, en lugares recónditos de los Estados Unidos adonde los presidentes rara vez llegan, tal como hacía Hitler en los bares de Alemania durante su campaña política.

Lo que el mandatario no contesta en las entrevistas presidenciales, que se han convertido en el nuevo soporífero nocturno, lo manifiesta escuetamente en sus apariciones populares, en una cancha de basquetbol de algún colegio fiscal del medio-oeste, siempre con un discurso prefabricado por sus escritores, reflejado en el Teleprompter.

Está tan acostumbrado a leer sin reflexionar sobre lo que dice, que en una de sus últimas apariciones en las que el controlador del Teleprompter olvidó cambiar el discurso del orador anterior, Obama se agradeció a sí mismo, repitiendo: “Gracias presidente Obama…” Afortunadamente, lo visible es visible para todos y los moderados empiezan a sentirse defraudados. No obstante, lo importante es ver lo que no se ve ni se publica en primera plana, aquello que realmente lo mueve a tomar decisiones a veces incomprensibles.
Sin lugar a equivocarse, lo más importante que está realizando es empobrecer a los Estados Unidos, endeudando innecesariamente a los contribuyentes a niveles jamás alcanzados. Irónicamente a quien más dinero debe hoy Estados Unidos es a China, que ya le advirtió que maneje su economía con sensatez si desea que le siga comprando bonos del tesoro.
Los comunistas, expertos en el manejo totalitario, saben cómo hundir a los pueblos en la miseria. No podría haber mejores consejeros para indicar lo que se debe hacer o no. Sin embargo Obama continúa en su marcha hacia el socialismo, con varios agregados pavorosos: la desmilitarización, el abandono de la hegemonía, y la apertura hacia los musulmanes radicales. Letales píldoras para envenenar el planeta, acabar con el capitalismo, y la civilizada supremacía occidental.
Su intervencionismo en los negocios privados hasta que el estado sea el gerente de todas las empresas y nadie pueda trabajar libremente; y su política internacional de cabaretera complaciente que ofrece besos y abrazos a cualquier mafioso, allanará el camino a sus hermanos musulmanes para que puedan establecer su tan ansiado califato global. La imagen orweliana está pasando frente a nuestros ojos con rostro patriótico e inocente, pero es así como los embaucadores llegan a conquistar a las masas.
Dick Morris, ex asesor de Bill Clinton y uno de los más atinados analistas políticos, coincide con otros en que con Obama estamos en las manos de un conspirador. Si no fuese así estaríamos en las manos de un imbécil.
www.josebrechner.com

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