El triste escándalo del Padre Alberto [Eladio Jose Armesto]

El triste escándalo del Padre Alberto

La publicación esta semana de una extensa colección de fotos (tomadas en la playa con una mujer a lo largo de tres días el pasado marzo) de nuestro amigo y sacerdote católico Alberto Cutie ha desatado una ola inesperada de polémica y debate.
Es alarmante ver el odio y la animadversión con que tantas personas se han manifestado contra la Iglesia, contra los sacerdotes, contra los católicos y contra el don del celibato, a raíz de la publicación de estas fotos.

Es triste observar como tantos han salido en defensa del P. Alberto no porque nos haya revelado que se ha enamorado de una mujer, algo que realmente no tiene trascendencia pues no es primer cura ni será el último que lo hace, sino porque patologicamente se alegran del golpe que lamentablemente ha sufrido la Iglesia por la forma poco digna, poco ética y poco respetuosa en que el P. Alberto jugó con sus votos sacerdotales y los sentimientos de todos los que lo queremos y apreciamos.

No cabe duda que él le faltó el respeto a Jesucristo, a sus feligreses, a si mismo y hasta a la misma mujer con que aparece retratado, cuya reputación y buen nombre no le importó perjudicar.

Dejando completamente a un lado todas las serias implicaciones morales y religiosas de su indecoroso exhibicionismo, hay consideraciones igualmente serias de índole profesional que sencillamente no se pueden minimizar ni trivializar.

Ninguna persona responsable y seria puede desconocer las ramificaciones profesionales de la conducta del P. Alberto como presidente de una empresa de comunicaciones religiosa y como administrador y guía espiritual de una parroquia.

El P. Alberto cobraba un buen salario como presidente y director general de Pax Catholic Communications, Inc., la compañía que opera Radio Paz, La Voz Católica y otros medios de comunicación social, y otro salario como párroco de la iglesia San Francisco de Sales en Miami Beach.

Como tal, el P. Alberto libre y voluntariamente contrajo una grave responsabilidad profesional y empresarial con Pax Catholic Communications y con los feligreses de la parroquia de San Francisco de Sales.

Como toda responsabilidad profesional y empresarial, ésta requiere no sólo una conducta digna y decorosa que no empañe el buen nombre de la empresa, sino que también requiere el cumplimiento fiel de deberes profesionales y el respeto de todas las normas y regulaciones de la empresa.

Cabe preguntar pués: ¿Cumplió el P. Alberto con el deber de velar por el buen nombre y la imágen de las dos empresas para las que trabajaba?

¿Cumplió el P. Alberto con sus deberes profesionales como ejecutivo de Pax Catholic Communications, Inc. y como párroco de una iglesia?

¿Contrataría usted, en su compañía o empresa, a un ejecutivo que no le importa exhibirse publicamente en una forma que empaña la imágen y daña el buen nombre de la empresa?

El que no esté de acuerdo con las normas y regulaciones de una empresa no debe estar trabajando para ésta. ¿Por qué el P. Alberto no renunció a su prestigio cargo en Pax Catholic Communications y como párroco de la iglesia de San Francisco de Sales? ¿P or qué aceptaba, mes tras mes, dos cuatiosos cheques por miles de dólares al año, por un trabajo que no estaba dispuesto a cumplir con la debidad ética y respeto profesional?

Estoy seguro que absolutamente nadie estaría aplaudiendo la conducta del P. Alberto, si se tratara de la conducta de un alto y bien remunerado ejecutivo de su compañía o empresa. ¡Ah! Si se tratara de su bolsillo, entonces le estarían pidiendo la cabeza por el daño causado a la empresa.

Todo lo cual pone al desnudo el doble estándar, la doble moral, el enorme cinismo y la tremenda hipocresía de tantos de los que han salido a darle demagógicas palmaditas de fingida aprobación en la espalda a mi atribulado amigo (y lo digo porque es verdad) el P. Alberto Cutie.

La Madre Teresa de Calcuta tenía una frase célebre que nunca olvidaré: «Los que no te quieren te dirán lo que tu quieres oír. Los que te quieren te dirán la verdad».

Como amigo y hermano en la fe, perdono al P. Alberto por el escándalo que me ha causado su bochornosa conducta (No puedo perdonarlo por el daño y el escándalo que su conducta le ha causado a otros porque sólo ellos pueden perdonar eso).

Lo quiero de corazón, por eso hoy le digo la verdad con todo el respeto y la caridad con que quiero que él siempre me hable a mi.

Dr. Eladio José Armesto
Editor de El Nuevo PATRIA
Vice Decano, Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba (Exilio)
POB 350002, José Martí Station
Miami, FL 33135-0002

305/530-8787

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