No hay que mantener los convenios
JOSE BRECHNER
La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que no existe ningún convenio oral o escrito por parte de la administración Bush que obligue a los Estados Unidos a aceptar la existencia o el crecimiento de las poblaciones judías en Judea y Samaria.
Pues tampoco existe ningún convenio oral o escrito que le adjudique a Estados Unidos potestad sobre Israel y su derecho a la vida.
Según Obama y la Clinton, 1.500 millones de musulmanes cuentan más que 15 millones de judíos. En términos numéricos no hay duda, en cuestión de lealtad, ya veremos. Oscar Wilde apuntó: “Si al final de tu vida puedes contar a tus verdaderos amigos con los dedos de una mano considérate afortunado”.
La amistad de cristianos y judíos con los musulmanes nunca fue alegre. Para el Islam ambos somos infieles y debemos desaparecer. Si los mahometanos se ensañan con los judíos más que con los cristianos, es porque en las circunstancias actuales les resulta más fácil. El Gran Satán es Estados Unidos. Toda muestra de confraternidad por parte de los musulmanes hacia los infieles, siempre fue y será, pura farsa e hipocresía.
Obama, obediente al Rey Saudí, quiere que Israel se repliegue a las fronteras arbitrariamente establecidas por Gran Bretaña en 1948. En esa fecha los judíos aceptaron esas delimitaciones, los árabes no, y prefirieron atacar a sus vecinos. Así ha sido desde entonces. Cada vez que se está por llegar a un arreglo, los árabes cambian las reglas en la mitad del juego negándose a aceptar la existencia de Israel.
La nueva versión es: Reconocerán a Israel –si acepta el Plan Saudí– pero no reconocerán un Estado Judío.
Curiosamente, Washington se está adhiriendo al revisionismo de los musulmanes que decidieron que la historia comienza cuando a ellos les conviene. Para cuestiones geográficas es 1948. Para asuntos más profundos, las fechas son más antiguas.
Las distorsiones llegan a términos inaceptables de negación de la cultura judeocristiana. Entre las últimas está, que Jesús no nació en Israel, y no era judío ni rabino, sino palestino. En Estados Unidos se están distribuyendo libros didácticos con esa definición y ya son 28 las editoriales que los publican. Dentro de poco dirán que Jesús era un profeta enviado por Alá, tal como alegan los islamitas.
La tergiversación histórica empieza como falsedad intelectual y después continúa como dogma. Con el tiempo todos estarán venerando al único y verdadero profeta: Mahoma.
Judíos, cristianos y musulmanes aceptan la Biblia como verdad irrevocable, siendo el comienzo de su existencia y razón de ser, por tanto, hay que basarse en ella como punto de partida de la historia. La Torá, Biblia o Pentateuco, fue entregada a los israelitas en el desierto de Sinaí, el sexto día del año 2448 después de la creación, que corresponde alcomienzo del verano de 1313 A.E.C., exactamente hace 3321 años.
En el lugar no había ingleses, ni árabes. Al entregar la Torá, Dios les dio la tierra de Canaán –hoy Israel– a los judíos, hasta el final de los tiempos, y era mucho más grande que el imperceptible espacio que ocupa actualmente. Todos los otros pueblos que pasaron y se establecieron por ahí a través de los siglos, fueron invasores. Tan milagrosa y fiel a sus legítimos dueños es Tierra Santa, que mientras estuvo ocupada por extranjeros no dio frutos, pero apenas retornaron los judíos se convirtió en un vergel.
Lo que Israel tiene que hacer es remontarse a la ineludible verdad bíblica y arqueológica, y recuperar la totalidad de sus territorios que fueron usurpados por las potencias del momento, terminando en manos de los árabes. Eso es hacer justicia. La historia no comienza cuando a uno le da la gana.
Por 18 siglos el pueblo judío no tuvo un ejército para defenderse y sufrió las más abominables humillaciones, abusos y crímenes que grupo humano alguno haya padecido jamás. Ahora que puede confrontar a sus enemigos, sus detractores — con Obama y Clinton a la cabeza– quieren convertirlo en el villano de la historia.
El pueblo norteamericano es más noble que sus actuales líderes y se encabritará contra su gobierno si continúa su campaña pro islamista, anti sionista, anti judeocristiana. Hussein Obama no conseguirá que Israel sea aniquilado por los Ahmadinejad, Nazrallah, Haniyeh, Abbas, Assad o cualquier otro Hitler. Después de Auschwitz, los judíos dijimos: ¡Nunca más! y ¡Nunca más será!