El circo del tal Juanes y el del Versailles Por el Dr. Eladio José Armesto

El circo del tal Juanes y el del Versailles

Por el Dr. Eladio José Armesto
Gracias a la inexplicable y misteriosa protección que recibe del poderoso Tío Sam, el

 

régimen totalitario castrista perdura por ya medio siglo. Los hechos revelan la existencia de

un macabro «Plan de Protección» a la tiranía por parte del Tío Sam. No se explican las

cosas de otra manera.
 

 

Ante esta irónica realidad, el Exilio cubano dignamente lucha, resiste y se niega a rendirse.

Pero más que con protestas pueriles en frente del restaurante Versailles, la presión del

Exilio necesita ejercerse en Washington a través de todos nuestros funcionarios electos,

pero en especial los políticos federales cubano-americanos Lincoln y Mario Díaz-Balart,

Ileana Ros-Lehtinen, Albio Sires y el senador Bob Menéndez, al igual que toda la cupula

dirigente de las organizaciones patrióticas del Exilio

.
 

 

Estos dirigentes, en conjunto, todavía están por proponer un plan concreto y específico de

medidas o puntos mínimos para canalizar las fuerzas políticas del Exilio –nuestros votos y

contribuciones económicas– con miras a obtener el necesario apoyo y el respeto de

posibles aliados dentro del gobierno norteamericano.
 

 

Medidas o puntos entre los que bien pudieran estar:
 

 

1. Obtener el reconocimiento del derecho a la beligerancia del pueblo cubano dentro y

fuera de la Isla Esclava.

2. Presionar al régimen totalitario a entrar en lo que la diplomacia internacional se le define

como «contacto constructivo» [no un «diálogo»] con representantes del Exilio con miras a

resolver todo un abanico de asuntos básicos del pueblo cubano extra e intramuros.

3. Retirar inmediatamente de todos los espías federales y locales dentro de las

organizaciones patrióticas del Exilio que están ahí no para ayudarlas a lograr su objetivo de

derrocar al régimen totalitario castrista, sino para entorpecer e impedir ese objetivo.

4. Informar al Exilio los nombres de los espías castristas que el gobierno federal sabe que

operan dentro del Exilio para que puedan ser aislados y expulsados de las organizaciones

en las que operan.

5. Entregar al Exilio la militarmente obsoleta base naval de Guantanamo para desarrollarla

economicamente y darle al Exilio un territorio desde donde podamos ejercer presión

diplomática contra el régimen castrista.

6. Indultar al patrióta Eduardo Arocena, injustamente condenado con testigos y evidencias

falsas, y el cese de la persecución de todos los otros patri=F 3tas nuestros, como Osvaldo

Mitat, Santiago Alvarez, Luis Pozada Carriles, entre otros.
 

 

Estas son sólo algunas de las medidas o puntos mínimos, sean o no inmediatamente

logrables, que nuestros representantes pudieran exigirle a los políticos norteamericanos a  

cambio de nuestro, hasta ahora regalado, apoyo, votos y contribuciones monetarias.

 
Lamentablemente, las protestas del Versailles no son la forma optima de avanzar nuestra

causa o de lograr nuestros objetivos. Primero, porque se realizan en un lugar dónde es

difícil mantener un control del ambiente, de personas y de mensaje. Segundo, se brindan a

la interferencia y el sabotaje de agentes provocadores, de individuos vulgares e

indecentes, al igual que a la manipulación y distorción por parte de medios de prensa

hostiles a la causa de la liberación de Cuba. Todos los cuales funcionan para denigrar el

Exilio ante los ojos del mundo.

Entre los muchos ejemplos de esta vulgaridad, la señora que vestía la camiseta de un

personaje denigrante llamado «Porno para Ricardo,» que por denigrante trabaja, conciente

o inconcientemente, en beneficio del régimen castrista, que muestra lo que a primera vista

parece ser la insignia comunista de la hoz y el martillo, pero que en realidad e s un pene,

con testiculos colgando, penetrando una vagina. Y para rematar, todo en los colores del

nefasto Movimiento 26 de Julio.
Estas barbaridades, y muchas vulgaridades y obscenidades más, sólo sirven para

 

desprestigiar y desmoralizar al Exilio, no para unirlo y fortalecerlo, mucho menos para

enaltecerlo ante los ojos del mundo. Así ocurre cuando se lleva a cabo este tipo de

actividad mal planificada, mal organizada, sin control de mensaje y de participantes. Para el

público ajeno a nuestro dolor y en la forma en que fue reportada la protesta por los medios

de prensa, era la chusma cubana botada a la calle.
 

 

Tristemente, no faltan los que les gusta hacer las cosas anarquica, precipitada y

alocadamente; los que aplauden estos exabruptos circenses totalmente inofensivos a la

tiranía castrista y completamente dañinos al prestigio y la imagen del Exilio combatiente.

 
Debe entenderse que no se trata de hacer cualquier cosa, sino de hacer las cosas bien

hechas. La llamada chapusería, en cualquier ámbito, siempre desluce, nos resta pre stigio

y nos divide. Tiene como resultado el asilamiento aún mayor del Exilio entre nosotros

mismos y entre las otras comunidades.

El circo castrista [pues no se le debe llamar «concierto», que es el término escogido por el

enemigo] en La Habana logró todo lo que sus creadores y promotores anti-cubanos, anti-

paz y anti-libertad buscaban y mucho más. Entre otras cosas lograron:

1. Resaltar la discordia y la división en el Exilio cubano;

2. Restregarnos en nuestra propia cara nuestra falta de liderazgo;

3. Poner al desnudo, que después de 50 años, el Exilio carece de un plan de trabajo y de

lucha coherente, concreto y consecuente;

4. Demostrar que el régimen totalitario y sus agentes saben expertamente los botones que

deben presionar para convulsionarnos, descontrolarnos y desconcertarnos.

 

 
 
5. Demostrar que saben cómo hacernos parecer histéricos, tontos o bufones ante el

 

mundo.
 

 

Hicieron todo esto, entre otros objetivos, para aplastar y desmoralizar a los nuestros, aún

más de lo que ya están

.
 

 

¿Se necesita ser un genio político para entender lo suce dido? ¿Se necesita tener un

doctorado para saber que la victoria no es del más fuerte, sino del más inteligente? ¿Qué

los mejores estrategas de todos los tiempos señalan que la mente del enemigo es nuestra

arma más poderosa? ¿Qué la guerra ideológica se libra y se gana con ideas

inteligentemente expresadas en universidades, congresos y casas de gobierno, no con

griterías y peleas callejeras en frente de cafeterias y restaurantes? ¿Cuando van nuestros

dirigentes a ejercer el liderazgo que lleve a ciertos de los nuestros a desistir de este tipo de

protesta?
 

 

Por lo visto, hasta ahora, sólo los enemigos del Exilio, que no son otros que los de la

verdadera Cuba, ponen en práctica estos conocimientos. ¿Es coincidental que nuestros

enemigos hayan ganado las batallas más importantes de los últimos 50 años? ¿No es

obvio que de no cambiar cómo luchamos, de no emplear más creatividad e inteligencia, los

resultados seguirán siendo los mismos?
 

 

*** Dr. Eladio José Armesto es editor de El Nuevo PATRIA, vice decano del Colegio Nacional de

Periodistas de la República de Cuba (Exilio) y tesorero de la Federación de Editores Hispanos

de Estados Unidos. Puede contactarse a patrianews@aol.com
 

 

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