«Un persona enferma de lepra se me acercó, y poniéndose de rodillas me dijo: –‘SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME DE MI ENFERMEDAD’. Profundamente conmovido tuve compasión de ella; le toqué con la mano y le dije: –‘SÍ QUIERO. ¡QUEDA LIMPIA!’. Inmediatamente, aquella persona quedó completamente sana.»
JESÚS
Marcos 1:40-42 (BLS)