
Por: Alejandro Armengol
El gobierno de Raúl Castro ha logrado algo que parecía imposible durante la época de Fidel: echar a un lado o reducir al mínimo los fundamentos ideológicos y aplicar un pragmatismo que no significa adaptarse a la realidad, como han supuesto algunos, sino todo lo contrario: ajustar esa realidad al propósito único de conservar el poder.
Una visitante reciente a la isla se expresaba en estos términos, al referirse al proceso de “actualización” del régimen: “la falta de mensajes oficiales que orienten sobre el proceso o expliquen el significado de los mismos, hace pensar en la falta de un proyecto integral concreto. De hecho más que ideologización ‘orientadora’, para dirigir el proceso, como cabría suponer en un régimen autoritario, hay una completa desideologización”.
Sin embargo, lo que a los ojos europeos de la profesora española Sonia Alda es un vacío que “solo puede generar desorientación y desconcierto”…
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