
Eres una toxina que dormita bajo mi piel. Eres veneno que recorre mi torrente sanguíneo. Eres ponzoña que cortocircuita mis conexiones neuronales y me convierte en una especie de zombi sin voluntad. Eres dañino.
Y lucharé con cada una de mis células por combatirte. Te expulsaré como se echa a un huésped indeseado. Pondré en sobre aviso a mis lacrimales para una evacuación inmediata ante la amenaza de un virus letal, pero sé que serás ácido que quemará mis pupilas y abrasará mis parpados.
Diciembre 2019