La noche no supo (o no quiso) amarla porque temía que su oscuridad terminara haciéndole sombra y que la luna eclipsara su luz. El viento tampoco supo hacerlo, sabedor que sería cuestión de tiempo que, de un bufido, apagara su llama. El mar jamás se atrevió si quiera a rozarla para no sofocar su fuego […]

A (todos) los amantes que no supieron amarla ©by mabm