
A las dos empezó y a las nueve acabó.
Instantes fugados en tiempos extraños.
Minutos, días, horas, años…
Lo era todo y al final fue nada.
El principio, el final
y el remate sólo con un fino hilván.
Vueltas, vueltas sin girar las tuercas.
Un reloj que va al revés y por eso terminó
cuando a penas empezó.

-Ana María Otero-
-Imágenes tomadas dePixabay–