Y con este texto, ¡¡ya van mil!!

Imagen tomada por Café Barroco

Una tarde cualquiera, de un día cualquiera, en una ciudad cualquiera…

Pero no en un lugar cualquiera, sino en un café de cuyo nombre no puedo olvidarme y que evoca un envolvente resplandor de antaño: el Barroco.

Aunque, a decir verdad, tampoco era un día cualquiera. Era, por este orden, el día del beso y, además, mi cumpleaños; o mejor dicho (cambiando de opinión y de orden), mi cumpleaños y el día del beso.

El caso es que mis amigas y yo nos dejamos llevar por la acertada propuesta de la anfitriona y nos pedimos tres tintos de verano la mar de originales: ellas con limón y yo, como no y pa llevar la contraria, de naranja. Al chocar nuestras copas brindando por la vida y la amistad (y por qué no, por seguir envejeciendo cumpliendo muchos años…