
Un hechizo en un sueño,
que sólo se rompe si me despierto.
Debería hacerlo,
dejar de estar dentro pero,
¿y si en realidad me quiero quedar
y ya nunca más despertar?
Podría experimentarlo como una condena
que atrapa, que retiene.
O como un afortunado regalo
que tal vez permite encontrar
el verdadero sentido a existir,
darle una razón a ese absurdo
al que por costumbre llamamos vivir.
-Ana María Otero-
-Imágen tomada de Pixabay–