
Me asomé y no te vi, por eso me marché de allí.
Unos dicen que te fuiste, otros que por ahí alguna vez en secreto volviste, pero nadie más conoce la verdad, esa que sólo a mí te atreviste a contar.
Yo te animé a quedarte, no era algo tan relevante como para empujarte a apartarte. Lo que te decía tú ya lo conocías, igual que yo tu orgullo, ese que te animó a marchar ante la ilógica posibilidad de levemente emborronar la huella de esa existencia ejemplar que, la verdad, nada ni nadie podrá enturbiar jamás.
Por eso me atrevo a pedir que estés donde estés, nunca dejes de ser igual que fuiste al menos hasta ayer y que no olvides jamás que es aquí donde siempre estuvo y estará tu verdadero hogar.
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